El encargo consiste en habilitar un pequeño local dispuesto en dos plataformas a distinta cota como Vermutería y servir producto típico de la región de Oporto.
Problemas Vs OPORTunidades
La primera dificultad fue la resolución del desnivel que hay entre los accesos en calles opuestas, considerando la estrechez del local. Se convirtió todo el local en una gran y suave rampa accesible donde, además de quedar resueltas las circulaciones, pudiese tener lugar la propia actividad del bar.
Esto dejó muy poco espacio para mesas y sillas, lo que dio paso a una solución “low-tech”; en lugar de la habitual disposición de estas en forma transversal al local, se hizo longitudinalmente, al hilo de la rampa. Se dispuso un sistema de carriles embutidos en el suelo que permite a mesas y taburetes reagruparse deslizándose a lo largo de los carriles, logrando flexibilidad de uso.
PÁTINA RECICLADA
Aunque la referencia marítima era inevitable, intentamos huir de visiones marineras estereotipadas: Oporto es marítimo industrial, está lleno de aceros viejos oxidados y grandes barcos, no pequeñas barquitas de madera.
Localizamos paneles metálicos de encofrado usados a precio de saldo, y los fundimos con hormigón para conformar el pavimento. Ya teníamos una pátina de pintura desgastada y óxido real.
ARTESANÍA MODERNA
El techo y la acústica nos dieron otra oportunidad de diseño. Sin presupuesto para soluciones de catálogo, propusimos comprar 300m de cuerda de sisal y 30m de perfil “L” metálico. El resto se ejecutó a seis manos, la solución se había ensayado minuciosamente en una maqueta en nuestra oficina.
Dispusimos una cuerda recorriendo en pendiente la diagonal larga del local, y después enhebramos, anudamos y tensamos hasta completar el techo. Resuelta la acústica y la tridimensionalidad que buscábamos únicamente tuvimos unas cuantas ampollas en las manos con las que no contábamos.