De nuevo un edificio en desuso, pero en esta ocasión se trata de una construcción de finales de los años ’60, con estructura metálica, de unos 7mx29m. El arquitecto fue Francisco Muñoz Llorens, maestro alicantino muy prolífico cuya obra es muy respetada en nuestra oficina.
El edificio, aunque la mayor parte del tiempo que estuvo en funcionamiento lo hizo como oficinas, es muy recordado por su breve etapa como tanatorio. De él nos interesan las fachadas (que recuperaremos en el proyecto) con un juego geométrico de planos levemente girados muy característicos de la obra Muñoz. Las plantas, por el contrario, son espacios diáfanos poco cualificados, con un patio de luces insuficiente para cualquier otro uso que no sea el de oficina.
El encargo consiste en reconvertir el edificio en un aparthotel, con servicios comunes en sótano (sala reuniones, gimnasio, ludoteca,…), planta baja (recepción, zona café) y en terraza (piscina y zona de descanso). Las plantas de piso serán destinadas a apartamentos de corta y media estancia.
Inmediatamente advertimos que núcleo escalera/ascensor y patio son insuficientes para el nuevo uso. En nuestra opinión, el esquema más interesante espacialmente para resolverlo sería aunar en una única gran pieza abierta circular con escalera, ascensor, patio de iluminación y corredor de habitaciones. Sin embargo, la normativa de incendios (estamos en un edificio de PB+6 alturas) no contempla esta solución como “tipo”.
A este punto siguió un largo desarrollo técnico con simulación de evacuación de personas, evacuación de humos y complejos cálculos de ventilación desarrollados en colaboración con la ingeniería Ipydo que, junto con un sistema de dispositivos mecánicos que permiten sellar las ventanas al patio en caso de incendio, finalmente permitió validar y llevar adelante el esquema planteado.
La restauración de la forma de fachada original, con una reinterpretación de los acabados en forma de contraste de color amarillo/negro, supuso una batalla administrativa interesante; resulta que el edificio, de PB+6 alturas, es considerado por la normativa (redactada mucho después de su construcción) como “fuera de ordenación”. Debido a ello, cualquier modificación de las fachadas (retirar una reja metálica impropia del diseño original) obligaría a construir unas nuevas de orden clásico, único estilo admisible para una obra nueva según normativa vigente para esa zona del centro de Alicante.
Con esta normativa en la mano pudiera pensarse que la arquitectura moderna alicantina no forma parte del patrimonio a preservar, y que la única arquitectura característica del centro es la construida un siglo y medio atrás. Sin embargo, fue de agradecer que finalmente los técnicos municipales interpretasen dicha norma de forma que se nos permitiese recuperar la fachada original sin necesidad de su reconstrucción completa según un estilo que nada tendría que ver con el que planteó Paco Muñoz.