El punto de partida es un edificio semi-abandonado de 4 viviendas y local en el centro de la ciudad, con estructura de muros de mampostería y forjados de vigas y viguetas de madera y un grado general de deterioro bastante alto. Una parcela muy alargada (7x29m) con una sola vivienda por planta y en cuya zona central tenemos unas condiciones de ventilación e iluminación muy deficientes.
La fachada protegida y el valor histórico de la finca inclinan al promotor a apostar por su rehabilitación en lugar de su derribo; una decisión valiente aunque arriesgada por las sorpresas que oculta el edificio. El programa seguirá siendo residencial, pero en este caso orientado al alojamiento turístico en la totalidad del edificio.
En fase de demolición descubrimos fugas continuadas en el saneamiento filtrando al terreno que ya habían producido un hundimiento importante de la parte central de la cimentación, con daños visibles en el edificio y un riesgo para su integridad a medio plazo. También una docena de vigas en mal estado.
En una primera fase acometemos la estabilización y refuerzo estructural de todo el edificio, al tiempo que realizamos las operaciones necesarias para la introducción de un ascensor que dotará de accesibilidad a la finca. Lo ubicamos tras la caja de la escalera, con acceso a través de la misma; mediante una excavación ubicamos una rampa que desciende desde portal de acceso para permitir salvar la “cabezada” del primer tramo.
El concepto general del diseño es partir el edificio en dos, creando un patio central amplio con pasarelas-puente en cada nivel. Este patio/corredor, que cruza de lado a lado la finca, permite a los inquilinos un entendimiento completo del edificio cuando acceden a su apartamento, con vistas diagonales entre los distintos niveles. El concepto, aunque se trate de uso turístico, potenciará la relación entre los inquilinos al generarse un espacio abierto de circulación común. Ahondando en esta idea, a nivel de planta primera dispusimos dos pequeñas zonas de estancia amuebladas.
La solución formal de las fachadas de este patio fue una especie de muro cortina artesanal (en proyecto lo era más, con palillería de madera) alternando paños ciegos lacados en color con otros en policarbonato translúcido y con las ventanas “colgadas”. Esta solución “ligera” maximiza la iluminación de la zona central del edificio que ahora, junto con las aportaciones de las dos fachadas, es perfecta en toda la planta.
La ligereza constructiva de la fachada del patio junto con la introducción contundente de color en los pavimentos de las zonas de circulación busca generar un efecto sorpresa en el visitante por contraste con la imagen clásica que nos recibe en la fachada principal.